El compromiso de lo que vivimos esta en todos y cada uno.
Cuantas veces nos hemos preguntado por qué una situación esta tan injusta para nosotros y no hemos reparado en que somos los promotores y partidarios de lo injusto. Cuanto nos quejamos de cualquier autoridad sin darnos cuenta que esta es un reflejo absoluto de lo que somos interiormente. Si hiciéramos una revisión de todos nuestros reclamos hacia la vida, nos quedaríamos atónitos de ver con ojos honestos cuantos puntos coinciden con lo que hacemos nosotros con la existencia y con los demás.
Somos amantes del papel de víctima para justificar nuestra no acción. Primero jugando el rol en nuestras familias, para después extenderlo al círculo social y finalmente, a la sociedad completa. Es más utópico creer que si una autoridad cambia, toda la sociedad de golpe transformara.
Crecer internamente y volvernos responsables es no esperar con pasividad y falta de integridad a que alguien venga a resolver aquello de lo que no somos ni siquiera conscientes. Me viene a la mente el ejemplo de un taxista que se queja de su situación y de cuanta cosa y que el taxi que conduce está más sucio que un basurero. Es el perro que se muerde la cola. Ninguna autoridad vendrá a lavarle el taxi para que de un mejor servicio. ¿Cierto? Y es igual con todo. Si vemos nuestra apatía cívica y el desinterés por el bienestar común que reina en nuestra conciencia, entonces podremos tener muchas de las piezas claves de nuestro caos.
Somos las células de un cuerpo, si cada célula se vuelve sana, en el lugar donde está y haciéndolo lo que tiene que hacer de manera total y dando lo mejor de sí, el organismo comienza a transformarse .no, de otra manera. Aunque existiera la posibilidad de hacer borrón y cuenta nueva, si las células están enfermas, eventualmente todo colapsaría de nuevo.
Podemos hacer mucho más de lo que creemos con nuestro cambio de actitud y de motivadores, podemos lograrlo todo, pero primero tenemos que ser conscientes de esto y, sobre todo, tomar responsabilidad de lo que hemos creado.
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Opinión TOÑO ESQUINCA
En la esquina de dos calles
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